martes, 11 de septiembre de 2007

Salmo 138 (137)

Te doy gracias, Señor, de todo corazón

porque has escuchado las palabras de mis labios.


En presencia de los ángeles yo canto para ti.
Me postro hacia tu santo templo
dando gracias a tu nombre
por tu amor y fidelidad,
pues tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cuando te invoqué
y le infundiste a mi alma más valor.
Te alaban, Señor, todos los reyes de la tierra,
al oír las palabras de tu boca;
y cantan los designios del Señor
¡porque la gloria del Señor es grande!
Desde arriba el Señor mira al humilde,
al soberbio lo conoce desde lejos.

Aunque camine en medio de angustias,
tú me das vida.
Extiendes tu brazo y me salvas
del furor de mis enemigos,
tu mano derecha me libera.
El Señor lo hará todo por mí.

Tu amor es eterno, Señor,
¡no abandones la obra de tus manos!

extraído de la Biblia Latinoamérica

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